"... en un país muy lejano y triste, existía una enorme montaña de piedra negra y áspera. Al caer la tarde, en la cima de esa montaña, florecía todas las noches una rosa que otorgaba la inmortalidad. Sin embargo, nadie se atrevía a acercarse a ella porque sus numerosas espinas estaban envenenadas. Entre los hombres, solo se hablaba del miedo a la muerte y al dolor, pero nunca de la promesa de la inmortalidad. Y todas las tardes, la rosa se marchitaba sin poder otorgar sus dones a persona alguna. Olvidada y perdida en la cima de aquella montaña de piedra fría, sola hasta el fin de los tiempos…”
No hay comentarios:
Publicar un comentario